Laboratorio de Vida

Que sucede en una clase semanal?

Lau Del Piano

7/1/20244 min read

Esta nota viene con información específica del sistema ya que muchas personas se han comunicado para saber cómo lo hacemos, y si pueden sumarse a los grupos. Todos pueden hacerlo y basta acercarse con ropa cómoda en los días y horas que nos reunimos y probar una clase.

Un aula es un salón luminoso, con temperatura ambiente, al principio silencio, que se va llenando de sonidos de bienvenida cuando cada participante llega y nos surge la alegría del encuentro. Cada uno trae su historia, sus cualidades, su sola presencia nutre al grupo, potencia la de los demás.

En general circula un mate y algo rico de comer, durante un primer momento, por un lapso de media hora. Es el tiempo del Relato de las Vivencias.

Nos sentamos en almohadones alrededor de un centro, en ronda, seres humanos dispuestos a hacer algo juntos. Recordar, despertar, aprender, potenciarnos. El facilitador comparte información teórica sobre algún tema de relevancia y genera las condiciones para que el grupo se exprese verbalmente. Estar sentados ahí ya es “un viaje”. Nunca sabemos lo que va a suceder. Cada participante viene con “algo” y si desea puede relatar lo que le sucede o se le va abriendo a partir de lo vivido en el aula o fuera de ella y que tiene relevancia para su vida. Somos testigos, unos de otros, de nuestros procesos evolutivos.

Clase a clase vamos recuperando la capacidad de expresar con un lenguaje simple lo esencial, y la capacidad de escuchar y percibir más allá de las palabras. Con el tiempo logramos salir de la anécdota de los sucesos para entrar en la esencia de los acontecimientos, dando lugar a la palabra emocionada que es la que expresa la vida de quien habla, y está sucediendo en ese preciso instante. Es un lenguaje un poco desconocido, solo al principio. Cada uno habla, el resto escucha, en silencio. También podemos simplemente estar en silencio. Respetamos el espacio de cada uno cuidando del tiempo, que nos pertenece a todos.

Es un espacio de intimidad verbal. Y como todo lo que sucede en Biodanza, un espacio de libertad con contención. El encuadre nos permite el silencio, la palabra, la escucha, el aporte teórico en relación al sistema por parte del facilitador, quien pone de relieve la construcción que surge de la expresión grupal y nos invita a danzarlo juntos.

El segundo segmento de hora y media pertenece al mundo de la vivencia grupal. Realizamos entre 12 y 14 ejercicios consecutivos, con patrones de movimiento pautados y donde cada participante va descubriendo el modo personal de hacerlo. Utilizamos música seleccionada con criterios de semántica para despertar cualidades de movimiento y con efectos específicos en el organismo. Ejercicios de integración motora, sensorio motor, afectivo motor o cenestésico, y cada uno de ellos representa una metáfora de gestos cotidianos y pueden ser individuales, en pares, subgrupos o de todo el grupo.

El facilitador consigna cada ejercicio (como se hace, para que), muestra la danza e invita a los participantes a danzarla. A través del movimiento integrado activamos todas las funciones naturales del organismo (neurológicas, endócrinas, inmunológicas y emocionales). Cada clase es única, es como un banquete de estímulos donde cada participante deflagra sus potenciales de salud. Así nos vamos expresando a través del movimiento, la voz y descubriéndonos mutuamente. Vamos desarrollando la capacidad de estar presente en el instante vivido a partir del respeto del espacio individual, del tiempo y modo personal, del cuidar y cuidarnos, de la confianza en el facilitador y los compañeros. Valores esenciales para una convivencia virtuosa. El respeto, la aceptación y la calificación positiva de cada expresión va generando un ambiente enriquecido en que nuestros potenciales se expresan con naturalidad y con los movimientos acompañados de la música se activan procesos de integración individual (pensar, sentir y la acción) y colectivo.

En algún momento nos damos cuenta que el mundo que habita cada uno de nosotros es único, pues su forma, textura, olor, sabor, y ritmo depende de la capacidad de quien percibe. Algunos vivimos desde los detalles, los vínculos desde las presencias, escuchamos desde la literalidad de las palabras; más allá de las formas, otros percibimos la esencia de lo que acontece: una mirada, un gesto, el silencio entre las palabras; y para algunos hasta es posible percibir la información ausente, la influencia sutil que transforma a su paso con la delicadeza de una mariposa.

En algún momento nos damos cuenta que lo que une nuestros mundos es nuestra capacidad afectiva, de generar vínculos nutricios, ambientes propicios para nuestra mutua evolución.

Un aula de Biodanza es un laboratorio de vida, cada uno aprende de la propia vivencia y comparte sus aprendizajes, crecemos en la comprensión de que cada uno es único y que todos somos semejantes, que cada uno de nosotros es necesario, que la trama de la vida surge de la interdependencia que se teje y la calidad de nuestros encuentros depende de lo que cada uno expresa.

El facilitador crea las condiciones para que ello suceda, y sucede con una calidez y naturalidad encantadora. Lo que se despierta en el aula se expresa en la vida y vamos transformando nuestros valores culturales alienantes a partir de esta nueva sensibilidad frente a la vida (pareja, familia, trabajo).

Biodanza es un sistema de reeducación afectiva, renovación orgánica y reaprendizaje de las funciones originarias de vida.

Podes informarte sobre las clases semanales y escuela de formación en la web: www.escueladebiodanza.com